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El Deportivo Cali femenino se quedó a un paso de la gloria continental. Tras igualar 0-0 ante Corinthians en la final de la Copa Libertadores Femenina 2025, la suerte desde los doce pasos no acompañó, y las Azucareras cedieron 5-4 en los penales.
Más allá del resultado, el equipo colombiano firmó una actuación que invita al respeto y al orgullo. En el estadio Florencio Sola, las dirigidas por Jhon Alber Ortiz mostraron orden, disciplina y una convicción que les permitió competir de igual a igual frente a una potencia del continente.
El Cali jugó con inteligencia: sólido atrás, rápido en las transiciones y siempre con la mirada puesta en el arco rival. La portera Luisa Agudelo fue determinante, evitando que las brasileñas encontraran el gol con una serie de intervenciones que mantuvieron viva la ilusión hasta el final.
Hubo momentos en que el triunfo pareció posible. Un tiro de esquina cerrado, un remate que se fue por centímetros, un suspiro que pudo cambiar la historia. Pero el fútbol, como tantas veces, decidió desde el punto penal. Un fallo de Stefanía Perlaza selló el desenlace, aunque no la dignidad de un equipo que dejó todo en la cancha.
El Deportivo Cali no levantó la copa, pero consolidó un mensaje claro: está entre los grandes del fútbol femenino sudamericano. Este subcampeonato no marca un final, sino el inicio de una etapa más ambiciosa, donde la experiencia y el carácter serán el punto de partida para nuevas conquistas.
Las Azucareras se van sin el trofeo, pero con algo más importante: el reconocimiento de que su proyecto crece, compite y emociona. En el fútbol, a veces las derrotas también construyen historia.
Por: Marial Robles
