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Lucumí, el artillero que sorprende a Colombia desde Valledupar

El fútbol colombiano siempre tiene esas historias que sorprenden. De un momento a otro aparece un jugador que nadie tenía en el radar y que, a punta de goles, se mete en la conversación grande. En este semestre, ese hombre es Carlos Lucumí, delantero de Alianza Valledupar y máximo artillero de la Liga BetPlay con ocho gritos sagrados. Hoy su nombre suena en todo el país, y no por casualidad: su olfato goleador está encendido y su equipo lo disfruta.

Lucumí no llegó a esta posición de la noche a la mañana. Su camino fue de lucha y paciencia, empezando desde abajo, pasó por instituciones como Atlético Huila y Fortaleza, siempre demostrando que el área era su zona favorita. Con cada camiseta aprendió algo: a aguantar la marca, a moverse entre centrales pesados y, sobre todo, a no perdonar cuando la pelota queda servida.

De niño, en su natal Valle del Cauca, Carlos se enamoró del gol. En torneos barriales se cansaba de marcar y ya pintaba para delantero de raza: fuerte, con potencia y con esa intuición que distingue a los que nacen para el gol. Su vida no fue fácil, pero nunca soltó el balón. El sueño de convertirse en profesional lo llevó a tocar puertas hasta que logró hacerse un nombre, y ahora, en Alianza Valledupar, está viviendo su mejor momento.

Lo que está haciendo en la Liga BetPlay es cosa seria. Ocho goles en 10fechas no es cualquier cosa. No solo lidera la tabla de goleadores, también se volvió el alma del ataque vallenato. Cada vez que Lucumí aparece en el área, la defensa rival tiembla. Sabe moverse, sabe aguantar la pelota de espaldas, y cuando tiene que definir, no se complica: la manda a guardar. Su estilo no es de lujos ni de jugadas de fantasía; lo suyo es la eficacia, y eso es lo que más vale en el fútbol.

En Valledupar lo miran como un héroe silencioso. Llegó sin tantos reflectores, pero hoy es el jugador más importante del equipo. Su nombre suena en cada transmisión y, de paso, ha puesto a soñar a la afición con la clasificación a cuadrangulares, algo que parecía lejano. Con cada gol suyo, Alianza suma puntos y se mete en la pelea, demostrando que en el fútbol colombiano los sueños también se cumplen.

Su nivel ya empieza a despertar rumores. Cuando un delantero colombiano lidera la tabla de artilleros, los grandes se fijan rápido. ¿Será que lo veremos pronto con las camisetas de clubes grandes? Todavía es temprano para decirlo, pero si sigue con este promedio, es cuestión de tiempo para que le llegue una oferta importante.

Mientras tanto, Lucumí disfruta su presente. Juega con confianza, festeja con el alma y contagia a sus compañeros. Es de esos delanteros que levantan al estadio cada vez que pisan el área, porque siempre huele a gol. Y en un torneo donde muchos equipos apuestan por atacantes extranjeros, que un goleador colombiano lidere la tabla tiene un valor doble.

Hoy, el fútbol colombiano habla de Carlos Lucumí. El hombre que a punta de goles levantó a Alianza Valledupar, el que convirtió el estadio Armando Maestre Pavajeau en tierra de festejos, y el que demuestra que la perseverancia siempre tiene recompensa. Su historia apenas comienza a escribirse. 

 

Por: Rodrigo Morón

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