
Bajo el sol nublado de Valledupar, el Estadio Armando Maestre Pavajeau se convirtió este domingo en un escenario de contrastes imposibles de ignorar. Miles de almas, envueltas en los colores azul y blanco de Alianza FC y el rojo furioso de Junior de Barranquilla, llenaron las gradas en su máxima capacidad, animando con una energía que encendió el ambiente en un duelo que prometía ser el catalizador para que los “vallenatos” escalaran posiciones en la tabla y soñaran con los octavos de final. Pero lo que empezó como una fiesta colectiva terminó siendo un recordatorio brutal de las fragilidades que acechan nuestro fútbol.
Fue un partido intenso, donde Alianza Valledupar se impuso tácticamente ante un Junior que igualó el nivel futbolístico en la segunda mitad. Sin embargo, el arbitraje, encabezado por el central Diego Alejandro Ruiz Casas y con David Nicolás Rodríguez Melo en el VAR, mostró inconsistencias en dos jugadas similares con decisiones completamente distintas.
La primera acción se remonta al minuto 45+4 del primer tiempo, en lo que fue la última jugada antes del descanso: una aproximación a la portería custodiada por Santiago Silveira, en la que, en el intento de bloqueo de Daniel Rivera al centro de Edwin Torres, la pelota rebota en el talón del defensa y golpea su brazo. El juez declara penalti ante la acción, pero luego es llamado a revisión para determinar que se trató de una posición natural del brazo de apoyo, necesaria para equilibrar el cuerpo.
Cabe resaltar que esta decisión se tomó bajo una norma ya abolida y eliminada de la Regla 12 (Faltas y conducta incorrecta) establecida por la IFAB (International Football Association Board) 2025/26, que indicaba que:
“No se considerará infracción cuando el balón toque la mano o el brazo:
• Si proviene directamente de la cabeza o el cuerpo (incluido el pie) del propio jugador.
• Si proviene directamente de la cabeza o el cuerpo (incluido el pie) de otro jugador.
• Si la mano o el brazo están cerca del cuerpo y no se encuentran en una posición antinatural con la que se consiga ocupar más espacio.
• Si el jugador cae y la mano o el brazo quedan entre el cuerpo y el punto de apoyo en el suelo, pero no alejada del cuerpo hacia un lado o en vertical.”
Recalco que estos puntos ya no hacen parte del reglamento.
En cambio, para conceder el penalti a favor de Junior en la segunda acción, ocurrida al inicio del segundo tiempo (45’), donde Kalazán Suárez, en su intento de bloqueo al ataque de Brayan Castrillón, toca la pelota con el brazo, el árbitro sentencia penalti. En este caso sí se aplicó la norma vigente, que establece:
“Cometerá infracción el jugador que:
• Toque el balón de manera voluntaria con la mano o el brazo, por ejemplo, haciendo un movimiento en dirección al balón con estas partes del cuerpo.
• Toque el balón con la mano o el brazo cuando estas partes se posicionen de manera antinatural y consigan que el cuerpo ocupe más espacio.
Se considerará que un jugador ha conseguido que su cuerpo ocupe más espacio de manera antinatural cuando la posición de su mano o brazo no sea consecuencia del movimiento de su cuerpo en esa acción concreta o no se pueda justificar por dicho movimiento. Al colocar su mano o brazo en esa posición, el jugador se arriesga a que el balón golpee esa parte del cuerpo, lo que constituye una infracción.”
Sin embargo, para esta acción no hubo revisión del VAR pese a las dudas que generó la decisión. El juez determinó el penalti de manera individual, lo que derivó en el gol del equipo visitante.
En el análisis de la jugada, se observa que el lateral de Alianza Valledupar realiza el bloqueo con el cuerpo en dirección contraria a la pelota (de espaldas) y, estando en el suelo, gira en busca del esférico. Es en ese momento cuando su brazo —apoyado en el suelo— se encuentra con la pelota. Al intentar incorporarse, cubre el balón con un movimiento de gateo, sin volver a tocarlo, lo cual se evidencia en otro ángulo de cámara. Aun así, el central no revisa la acción, pese a que, aplicando el mismo criterio del penalti no concedido al cuadro local, la pelota rebota primero en otra parte del cuerpo (el pie) antes de tocar el brazo. Además, bajo la norma vigente, podía observarse la nula intención del jugador en tocar el balón, ya que este se encontraba fuera de su visión periférica y el contacto fue producto de un movimiento natural al girar.
Todo culmina con lo que parece ser una decisión individual de Diego Ruiz, en la que “aparentemente” no hubo intervención de Nicolás Rodríguez desde el VAR.
El encuentro terminó 1-0 a favor de Junior de Barranquilla, dejando dudas e inconformidad en el arbitraje. Y aquí surge la pregunta:
¿Influye el peso de la camiseta en las decisiones de los árbitros del fútbol profesional colombiano?
Las inconsistencias arbitrales son cada vez más recurrentes, mientras que las medidas disciplinarias ante estos errores son cada vez menos aplicadas.
En última instancia, este episodio no es aislado; es un síntoma de un problema sistémico en el fútbol colombiano, donde la inconsistencia arbitral erosiona la credibilidad de la Liga BetPlay y aleja a los aficionados. Si el peso de la camiseta —es decir, el favoritismo hacia equipos grandes— influye en las decisiones, estamos ante una crisis de imparcialidad que exige reformas urgentes:
mayor capacitación para árbitros, protocolos estrictos en el uso del VAR y sanciones ejemplares ante errores graves.
Por: Michel Moya
